miércoles, 17 de diciembre de 2014

Dicen que los hombres no deben llorar...


Llorar hace alusión a debilidad, sensibilidad, inseguridad… así se exhorta a los niños y a los hombres, socialmente, a no llorar… a reprimir el llanto… - “No llores, no seas maricón”, escuché miles de veces en las escuelas, en las calles, en el hogar… como una sentencia impuesta tanto por padres… abuelos… hermanos… amigos… la sociedad en general…Nadie quiere llorar, esa es una verdad… Pero, qué pasa cuando tienes un nudo en la garganta y no puedes hablar… qué pasa cuando estás angustiado… cuando tienes una pena… cuando tienes esa congoja que te aprieta el corazón… cuando sientes comentarios dañinos… cuando te dan una mala noticia… cuando te revientas de rabia… cuando te pones esa máscara para verte más fuerte y no mostrar tus sentimientos… cuando tienes empatía con esa persona que está a tu lado llorando…Miren… biológicamente, al llorar, se elimina una parte de adrenalina, noradrenalina, además de opiáceos endógenos, que provocan el mismo efecto que un analgésico. Ni hablemos de la oxitocina... y lo voy a explicar de una forma sencilla… cuando una mamá está cerca de sus hijos y ellos sienten una sensación de calma, es que está liberando oxitocina… es decir, se liberan hormonas de bienestar…Todo eso pasa cuando lloramos… pero no solamente lloramos cuando estamos mal… muchas veces cuando tenemos una alegría intensa… cuando nuestra felicidad es desbordante…Además, "los adultos lloran cuando se sienten impotentes ante un suceso concreto, para aliviar la tensión, eliminar la tristeza y comunicar cómo se sienten". Ante todas esas certezas, muchos expertos no dudan: el principal beneficio de llorar es su efecto como calmante natural. Permite reducir la intensidad de las emociones fuertes y trabajar con ellas para solucionar problemas. Asi argumentan, Molero y Planella. A medida que las lágrimas resbalan por las mejillas, "disminuye el nivel de angustia", dice Planella. "Poco a poco la persona se relaja, se calma, se reduce la carga emocional y aumenta la lucidez para trabajar desde una parte más racional. El afectado consigue que esas emociones intensas se hagan más pequeñas y manejables", explica Molero.Nadie quiere llorar, esa es una verdad… Pero, qué pasa cuando tienes un nudo en la garganta y no puedes hablar… qué pasa cuando estás angustiado… cuando tienes una pena… cuando tienes esa congoja que te aprieta el corazón… cuando sientes comentarios dañinos… cuando te dan una mala noticia… cuando te revientas de rabia… cuando te pones esa máscara para verte más fuerte y no mostrar tus sentimientos… cuando tienes empatía con esa persona que está a tu lado llorando…Miren… biológicamente, al llorar, se elimina una parte de adrenalina, noradrenalina, además de opiáceos endógenos, que provocan el mismo efecto que un analgésico. Ni hablemos de la oxitocina... y lo voy a explicar de una forma sencilla… cuando una mamá está cerca de sus hijos y ellos sienten una sensación de calma, es que está liberando oxitocina… es decir, se liberan hormonas de bienestar…Todo eso pasa cuando lloramos… pero no solamente lloramos cuando estamos mal… muchas veces cuando tenemos una alegría intensa… cuando nuestra felicidad es desbordante…Además, "los adultos lloran cuando se sienten impotentes ante un suceso concreto, para aliviar la tensión, eliminar la tristeza y comunicar cómo se sienten". Ante todas esas certezas, muchos expertos no dudan: el principal beneficio de llorar es su efecto como calmante natural. Permite reducir la intensidad de las emociones fuertes y trabajar con ellas para solucionar problemas. Asi argumentan, Molero y Planella. A medida que las lágrimas resbalan por las mejillas, "disminuye el nivel de angustia", dice Planella. "Poco a poco la persona se relaja, se calma, se reduce la carga emocional y aumenta la lucidez para trabajar desde una parte más racional. El afectado consigue que esas emociones intensas se hagan más pequeñas y manejables", explica Molero.
Particularmente, y no me da vergüenza decirlo, en mi vida lloré muchísimas veces de tristeza o impotencia... para no retroceder demasiado en el tiempo, por la cantidad de víctimas en la explosión de calle Salta aquí en Rosario, por los desaparecidos y asesinados en Ayotzinapa, México, por la muerte de mi padre... Pero también lloré muchísimas veces de alegría o emoción... por los logros académicos de mis hijas, por la fortaleza de mi madre, por el reencuentro de una persona muy amada que no veía desde hace más de 30 años, cuando escuché de mi nieta su primer "abuelito Wali"...
Como reflexión final… tal vez te sorprenda que hable del llanto como remedio de la tristeza, porque llorar es exteriorizar el sufrimiento interior. El llanto auténtico es el que expresa una pena sentida, descubriendo la impotencia y el daño. Si tomamos conciencia, es el lenguaje de la tristeza y el miedo, como cuando se dice que ya no podemos seguir amando, que sufrimos un mal no merecido, o no esperado… pero… en el otro extremo, se puede llorar de emoción, y de una emoción alegre, en especial cuando se alcanza algo deseado o se recupera a una persona que se creía perdida, por ejemplo…Ahora… vos… hombre… llorar: “¿Qué es para vos?”… ¿Mostrar debilidad o mostrar que realmente tienes un corazón sensible? Porque el corazón sensible no distingue entre sexos… Te invito a demostrar que también hay un corazón sensible dentro tuyo, que puedes llorar por una pena… pero, también, por una inmensa alegría... sin perder tu hombría...

Extraído de mi página: facebook.com/HistoriasDePendolario

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